• Producción y edición
    Daniela Fontaine
    Maytik Avirama
  • Edición, diseño sonoro y musicalización
    Carlos Castañeda
  • Música
    Beatriz Pichi Malen Daniela Millaleo
  • Ilustración
    Daniela Fontaine
  • Transcripción
    Santiago Villalba

Este es el tercer episodio de la temporada 1: Voces guardianas y sanadoras.

Recomendamos escucharlo con audífonos para poder sumergirse en la experiencia sonora.

En este episodio hablamos con María Quiñelen partera tradicional y mujer medicina del Pueblo-Nación Mapuche. Maria nos comparte una palabra de consejo y guianza sobre el arraigo al territorio, la identidad como eje fundamental de los pueblos indigenas, la lucha por la recuperación de la placenta y la importancia de honrar la diferencia.

TRANSCRIPCIÓN

María: Nada ocurre si no es en el territorio. Si no hay territorio no hay cultura. La cultura no es algo subjetivo, algo que se trabaje con la mente, no es un pensamiento. La tierra es acción. La tierra es siembra. La tierra es comunidad. La tierra es construcción de la casa.

Cortina

Radio Savia

Relatos de cuidado y sanación del cuerpo territorio 

Un espacio de escucha para resonar el buen vivir 

En esta temporada 1 estaremos escuchando relatos y prácticas desde las voces de mujeres y comunidades guardianas y defensoras territoriales.Testimonios de resistencia, sanación y esperanza que lideran, aconsejan e inspiran un tejido social abundante y diverso. Yo soy Maytik Avirama y yo soy Daniela Fontaine y les estaremos guiando en esta travesía. 

Maytik: Todo nacimiento comienza en la pelvis. Este espacio sacro es nuestro centro, nuestra primera estructura. Es desde el centro que todo surge, las extremidades, los órganos, la voz. Habitar el cuerpo implica un proceso sobre uno mismo, una exploración de dentro hacia afuera. Venimos del cuerpo y nos convertimos en cuerpo. Aún así muchas veces somos un continente desconocido e inexplorado a la deriva de ser invadido. 

En este episodio hablamos con María Quiñelen partera tradicional y mujer medicina del Pueblo-Nación Mapuche. Maria nos comparte una palabra de consejo y guianza sobre el arraigo al territorio, la identidad como eje fundamental de los pueblos indígenas, la lucha por la recuperación de la placenta, y la importancia de honrar la diferencia.  

Les dejamos con Maria 

María Quiñelen: Mi nombre completo chileno es María Herminia Quiñelén Martínez. Nací en Santiago de Chile, pero viví toda mi niñez en el campo en Temuco 760 km lejos de Santiago, 9 horas de camino en vehículo desde Santiago al territorio. Soy mujer mapuche, me críe con mi núcleo familiar indígena en territorio, aprendí las medicinas desde muy pequeña: el alfabeto verde de la tierra. 

Me hice partera a los 16 años y no he parado. Tengo más de 730 partos que han pasado por mi experiencia, acompañando mujeres, ayudándoles a descubrir a develar su propia realidad.

Aprendí desde muy pequeña el valor de la vida y que todo en la tierra era medicina. Solamente había que saber qué ocupar, cuándo y para quién. Todo tenía su tiempo, igual que los seres humanos, las plantas nacen, crecen, tienen hijos, semillan y mueren. Todos tenían familia, eran comunidades de medicina, por lo tanto, había que respetarlas mucho.

Intervalo Sonoro 

María: Nada ocurre si no es en el territorio. Si no hay territorio no hay cultura. La cultura no es algo subjetivo, algo que se trabaje con la mente, no es un pensamiento. La tierra es acción. La tierra es siembra. La tierra es comunidad. La tierra es construcción de la casa. Entonces, la identidad de los pueblos que conforman la nación mapuche son muchos de acuerdo a la ubicación geográfica, porque la ubicación geográfica tiene diferentes características, tanto para vestirse, para alimentarse, para medicinarse. Todo nace en un territorio por eso nosotros que tenemos una gran lucha por mantener nuestro territorio, saludamos también a los pueblos por las luchas de sus territorios. Porque en un territorio se hace la cultura, no es algo que se viva de memoria. 

Desde muy joven me tocó acompañar a diferentes comunidades que estaban en zonas de conflictos. Zona de conflictos significa que fueron invadidos por la policía, por los militares, que eran allanados, les quemaban las casas, les destruían la siembra, eran invadidos por las forestales. Hubo mucho engaño y mucho montaje, muchas muertes, mucho castigo a las ancianas, a los jóvenes y a los niños. Escuelas inundadas de bombas lacrimógenas, escuelas rurales, mujeres allanadas en la noche cuando los hombres no están. Hay un control de la carretera, el ingreso a las comunidades. Somos un territorio asediado, controlado.

Pero nosotros nunca hemos soltado la lucha. Llevamos 527 años de lucha, nunca hemos bajado la guardia, siempre estamos luchando por nuestros derechos, cada ley que hemos logrado nos ha costado vidas humanas, por lo tanto, valoramos mucho nuestra identidad, nuestro territorio y tratamos de seguir construyendo cultura en ellos. Las ciudades no se imaginan, la urbanidad, lo sitiadas que están las comunidades. Y me tocó toda mi juventud, incluso con mis niños pequeños, niños en brazos, caminando, visitando diferentes comunidades llevando desde Santiago la amistad, que era mi mayor arma. Gente que podían acompañarnos a trasladar cosas, a llevar apoyo, información, dinero, herramientas. Porque las personas por cuidar el territorio no podían salir a trabajar y muchas de las mujeres tenían a sus maridos presos, hasta el día de hoy tenemos presos políticos de nuestras luchas. 

Daniela: Somos de la tierra y en colectividad hacemos casa, pueblo, comunidad. La tierra y el cuerpo son cíclicos, abundantes y llenos de vida. Habitarlos es un viaje profundo en donde confluyen memorias del pasado, vivencias del presente y la posibilidad de un futuro. Es desde la relación con la madre que existe la posibilidad de enraízar, de sentir nuestros pies en la tierra y desde ahí poder tomar y descargar la energía en un ciclo continuo. A veces este equilibrio se ve amenazado y es necesario fortalecer las estructuras internas, resistir, y defender los límites en donde la vida pueda continuar y la raíz pueda sobrevivir. 

Canción: Grito del zorro – Beatriz Pichimalen

María: La mujer es tierra tiene la misma energía, no tiene luz, materia que representa la tierra. Por eso nos vestimos de negro las mujeres mapuche y las mujeres indígenas de América del sur. Somos una tierra minando, una tierra que se reproduce, tenemos el mismo valor y aportamos a nuestro territorio. Las mujeres tenemos cultura lunar y la Tierra funciona y la abuela Jajawa funciona con la energía lunar. Suben las mareas, se cortan los vendiones, se ara la tierra, se cosechan los frutos. Nada está fuera de los ciclos lunares.

Canción: Grito del zorro – Beatriz Pichimalen

María: La relación con las feministas ha sido que las feministas como son parte del sistema, las feministas, los animalistas, los veganos, todos ellos, son hijos del sistema, hacen su secta de acuerdo a como se las pinten. Porque no tienen tradición indígena. Pues no saben que nuestro alimento, aunque sea de un animal es fresco es sagrado, se crío en unión con la tierra igual que uno para conformar nuestra realidad. No es un consumismo vano. Yo celebro, bendigo y agradezco al animal que va a componer mi realidad. No es el animal que voy a defecar, es el animal que queda en mi como fuerza, poder. La conexión con la tierra. En ese contexto, no me puedo entender con las feministas. Porque las feministas tienen la locura, tienen demasiada secta, demasiados colores. Existe una sola nación de mujeres y tenemos tradiciones para compartirla, para volver a la cordura, la coherencia, no es una guerra de una mujer contra otra mujer. Las feministas no apoyan la causa indígena. No están en la lucha de nuestro pueblo. No llegan a las comunidades en conflicto. No hay una red internacional de apoyo a las tradiciones; a los partos de tradiciones. Han aprendido tan bien la cultura del hombre, la cultura occidental que han logrado transformarla en una exitista, en una especie de competitividad muy mal entendida. No trabajan la diferencia, también quieren ser todas iguales.

Es que la mujer indígena es feminista, todas tenemos cultura de diferenciación, lo que más queremos en el mundo indígena es ser tan estrictamente diferente que las mujeres entre nosotras nos hablamos de una forma y los hombres hablan de otra forma. Es su cultura y yo no la tengo por qué conocer si no tengo testículos. Ellos no la tienen por qué conocer si no tienen ovarios, no tienen útero. ¿Qué más feminista hay que eso? Yo no quiero ser igual, no quiero tener las mismas leyes, yo quiero mis propios derechos. Complementados. Nunca sobre el otro ni contra el otro.

La recuperación de la cultura de ser mujer. Porque en el sistema occidental se trabaja continuamente en que la mujer vaya perdiendo la memoria de ser mujer y se transforme en un recurso, en una herramienta para el sistema y para eso tiene que androgenizarla, tiene que perder su cultura esa mujer, la relación con sus caderas, con sus hombros, con sus pechos, sus mamas, la relación con su útero, la relación con sus glándulas: hipófisis, tiroideas, su timo, su páncreas, su suprarrenales, sus ovarios. Son lenguajes, son frecuencias muy finas que a nosotros nos definen y nos hacen ser certeras. Y eso lo atormentan con la alimentación, con hormonas, tomando pastillas anticonceptivas, haciendo diferentes tipos de uso químicos y ya con eso el sistema tiene un ser indefinido, sin identidad, sin determinación, sin decisión, una cosita manipulable con canciones, con política, con religiones.

Canción: Canción sagrada del viento – Beatriz Pichimalen

María: Una vez que sepamos ser gente vamos a poder parir como gente. Como che. El che es una construcción indígena. Mapu-che: gente de la tierra. Honrando nuestro cielo en el que nacimos, la luna en que nacimos, el territorio donde nacimos. Es muy importante para nosotros no nacer en hospital. Es necesario nacer en el territorio que vas a defender. Para no estar defendiendo instituciones occidentales porque no somos occidentales. El lugar de mi nacimiento no es un hospital, es mi comunidad.  Hace una diferencia histórica de los pueblos originarios. Porque tienes tu placenta, porque no fuiste intervenido tempranamente. Para poder ser vacunados tenemos que por lo menos esperar unos días que madure y se asiente el hígado con la luz del sol. Un bebé nace y antes que conozca la luz del sol, está siendo intervenido con vacunas. No hay una espera. Entonces por eso es tan importante el rescate de los partos naturales. Si yo quiero tener hijos sanos, voy a optar por un parto natural, de tradición indígena. 

Canción: Canción sagrada del viento – Beatriz Pichimalen

Maria: No es lo mismo un parto humanizado, porque ya somos humanos. No es necesario un parto humanizado en un hospital, en una institución, con personas que no tienen conexiones espirituales, que no tienen ni idea en qué luna naciste, cuál es tu primer alimento que tiene que hacer. Nosotros la placenta la unificamos en ceremonia, le agradecemos, la leemos, hacemos muchas cosas. Entonces la mujer tenía una cultura que recuperar y si va a parir en un hospital, por último, que haga la ceremonia de la placenta. No es del hospital.

Es nuestra primera tierra, ahí está todo nuestro conocimiento de la sangre de nuestro padre. Están todos los residuos, están las enfermedades que ha vencido el niño, la madre que se trasmitirían en el bebé. Es un reconocimiento a la madre tierra que sabe que recibe esa placenta, es un mensaje de paz, es sangre de paz, como la sangre de la regla, de la luna, de la mujer y la tierra va a proveer siempre alimento a esa criatura. 

Daniela: Cuando el cigoto llega al útero se enraiza y se divide en dos: el embrión y la placenta. La placenta es el único órgano existente que comparte tejido de dos seres. Es un órgano al servicio de alimentar y sostener la vida que se gesta. En el nacimiento, la placenta se desprende y deja de latir, es un segundo parto y una primera muerte. En la cultura mapuche la placenta se siembra y es un punto de luz al que cada ser siempre puede retornar para honrar y fortalecer su centro.  Maria nos compartió que tuvo que conocer el sistema de salud chileno desde su interior para lograr así la entrega de las placentas a las madres que paren en un hospital. 

María: y cuando llegué a maternidad, descubrí que las placentas se guardaban en unos tambores gigantes, todas envueltas ahí le tiraban hielo, hielo, hielo y una vez que se llenaban iban a la farmacia, para hacer champú, para hacer masajes de células madre, cremas, pinturas para esmaltar las uñas, se hacía mucha cosmética con la placenta. Remedio para el Parkinson. Para hacer sueros de diferentes tipos. Para la piel de la cara. Ese era el negocio. Y las mujeres estábamos siendo unas vacas que en vez de sacarle leche le estaban sacando la placenta. Y empecé a luchar, a luchar, a luchar, fue algo imparable, ¿no? Nosotras necesitamos la placenta. Nosotros celebramos la ceremonia de la placenta, es importante para nosotros que tenemos una lucha. Primero tuvimos que empezar por el reconocimiento de que existíamos como pueblo, que teníamos diferentes tradiciones, que teníamos diferentes agentes médicos

Entonces empezamos a luchar hasta que logramos la entrega de las placentas solamente para los mapuche y era así como voluntades individuales de los profesionales de la salud, ya sea de la matrona, de la matrona en jefe hasta que esto empezó a crecer y ¿por qué quieren la placenta? y ¿qué van a hacer con la placenta? Y lo logramos. Hace dos años lo hacían en Chile, se entrega la placenta a cada mujer que pare y no solamente indígenas.

Por eso es tan importante y trascendental el rescate de los partos naturales. Por eso es tan importante que el hombre esté concientizado y sea el apoyo, ya no necesita mamá la mujer que va a parir, ya es otra madre, bajo este cielo y sobre la tierra, cuando está gestando. La madre no puede estar interviniendo la vida de la hija diciéndole que decisiones debe tomar. Ella tiene que decidir sola. No le puede estar diciendo qué hombre debe elegir si ella tiene capacidad de decisión. Las mujeres occidentales tienden a infantilizar a las mujeres. Porque es lo que el sistema quiere y lo ha hecho con ella y ella lo quiere reflejar sobre su hija. Cree que quiere hacer las cosas bien. Porque dependen internamente del sistema.

Canción: Trafun – Daniela Millaleo

Maytik: Nuestra alimentación y respiración primal sucede a través del ombligo. Mientras estamos en el vientre dependemos de la circulación de nutrientes desde la fuente del cuerpo materno. Al nacer, nos cortan el cordón umbilical y empezamos a respirar por la nariz y a comer por la boca. Nuestro vínculo con la tierra sucede a través del alimento. Es lo que consumimos un refrendar cotidiano de nuestra conexión con la vida.     

María: Para poder tener esclavos tengo que neutralizarlos. No pueden estar empoderados, no pueden ser autónomos, no pueden ser independiente, no pueden tomar sus propias decisiones, no deben producir sus alimentos o si no ¿cómo los vamos a vender? No pueden producir su propia vestimenta, sus propios útiles de necesidad. Necesitamos generar, en el sistema occidental, consumidores. Y la relación de la mujer con la tierra y la educación de los indígenas, ser autónomo, independiente, nunca por centenares, miles de años no necesitamos del invasor para vivir. Por lo tanto, debemos recuperar esa memoria de autonomía de ser autosuficientes. Por lo menos en lo que más se pueda. Ya que estamos acostumbrados a la luz, la electricidad, al agua con cloro, con flúor. El cuerpo de la mujer es muy intervenido a través del agua con flúor, el agua con cloro. Se afecta el tallo cerebral, hay más tendencia a la diabetes, se dañan los riñones con tanto cloro, con el flúor no se hacen huesos de calidad, con las hormonas de los alimentos las mujeres no pueden generar un equilibrio hormonal de las glándulas pares. Por lo tanto, andamos como drogados por la vida. Entonces necesitamos que nos digan qué tenemos que hacer. Se aceptan órdenes. Nosotros los indígenas no aceptamos órdenes, porque desde chiquititos nos enseñaron a no ser obedientes. Eso nos hace más difíciles para el sistema.

Y una persona así no es obediente, no es consumista y al sistema le interesa que nosotros seamos muy intervenidos para poder ser utilitarios, manipulables. Y nosotros no trabajamos eso en la cultura indígena. Nosotros trabajamos la liberación constante. La recontextualización constante. Cada equinoccio, con cada solsticio, con cada luna nueva, todo vuelve a comenzar siempre. Tenemos la propiedad de regenerarnos constantemente. Porquela educación indígena es circular. Es donde circula la voz. Tiene su sentido. Todo movimiento humano, toda forma de participar, toda forma de comunicarse tiene un sentido. Es un código. Nosotros le llamamos leyes. El (…) monien, el (…) felen, el (…) mapu que es la ley con la tierra. Cómo yo me inserto en la Tierra, donde ocupó mi lugar en la Tierra sin ser más ni menos que cualquier ser: una hormiga, un mono, un animal cualquiera. Porque un árbol no puede ser. (…) felen es cómo yo soy en relación con el stemni y también aquí adentro. Tengo que ser coherente, tengo que ser consecuente, tengo que ser (algo que no entiendo). Hacer las cosas sin sentimiento de culpa ni cargo de conciencia. El (…) amanien es cómo me relaciono con un otro inmediato y con todos los demás. Todos los pueblos indígenas de América tienen una identidad temprana, por lo tanto, no hacen adolescencia. La adolescencia es el sufrimiento de no tener identidad. De no tener autoridad, de no tener capacidad de decisión. Nos hace sufrir. Y cuando ya estamos humillados ante el sistema porque no sabemos nada, no tenemos tradiciones, entonces somos la escoria, no servimos para nada. En el pueblo indígena no, en el pueblo mapuche el que no tiene profesión, tiene identidad, y en la identidad tiene trabajo. 

Canción: Beatriz Pichimalen- Logkonao

María: Que mejor lucha que tener identidad. Qué mejor lucha que tener cultura. Qué mejor lucha que ser diferente al occidental. Qué mejor lucha que conocer la medicina sin recurrir a la farmacia occidental. Qué mejor lucha sería volver al intercambio a la reciprocidad. Qué mejor lucha es estar sano. Qué mejor lucha es saber ser. Es la gran diferencia, lo demás lo hace cualquiera. Cualquiera nace, cualquiera se cría, cualquiera va a la universidad, cualquiera se enferma, cualquiera se muere. Pero ser y si te matan un día se van a levantar y a eso nosotros le decimos ¡Marichi Wew!

Maytik: Diez veces vencedores. 


Canción: Logkonao, Beatriz Pichimalen

Créditos

Maytik: Esta entrevista fue registrada en Noviembre del 2019 en Salvador de Bahía. Agradecemos profundamente a Maria Quiñelen por sus generosas palabras de consejo. En este momento el pueblo nación mapuche está afrontando un contexto de intensificación represiva en la araucania chilena, todo nuestro acuerpamiento con su lucha.  Gracias a Beatriz Pichi Malen y Daniela Millaleo, cantoras mapuches que generosamente nos comparten su música y su medicina. Este episodio fue producido y editado por Daniela Fontaine y por mi, Maytik Avirama. La producción y el diseño sonoro son de Carlos Castañeda. Las transcripciones de Santiago Villalba. Se nos movió el ciclo y saldremos con episodios cada tres semanas. Entre lunas compartiremos también prácticas de autocuidado y autogestión. Para este tipo de material extra nos pueden seguir en instagram y facebook,  estamos como radio_savia. También nos pueden encontrar en nuestra página web www.radiosavia.com  

Gracias por escuchar, que la luna creciente les traiga mucha abundancia y hasta la luna nueva! 

Canción: Beatriz Pichimalen- Canción sagrada del viento


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